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¿Vas a prestar o a regalar dinero?

Creo que esa pregunta simplifica – y le quita el drama- a la decisión de prestarle dinero o no a un amigo, familiar, conocido etcétera. Y digo que la simplifica porque al prestar hay sólo de dos sopas: actuar de manera que nos cubramos lo más posible para que el préstamo no se convierta en un cheque de beneficencia a nombre de la orden del amigo en perpetuo apuro o para que ya si lo vamos a hacer a sabiendas que no nos pagarán, no hagamos nuestro hígado paté.
Foto modificada, a partir de la imagen de http://www.indiatalkies.com/2011/03/icici-bank-trademarks-corporate-jingle.html
De Random

Mi papá tiene un amigo que le pidió hace mucho para sus negocios… y lleva años cobrándole, él otro jurando que le pagará cuando las cosas vayan mejor (¿será que algún día eso sucede?) y nosotros perjurando que nunca se lo regresará…
El fin de semana en Mérida mi talentosísisma amiga-locutora Mariana me contó sobre una cuata suya que siempre le pedía dinero, siempre y o no le pagaba o había que andarle cobrando (debo no niego, pago… cuando se me de la gana , de preferencia nunca). Mariana dejaba de hacer cosas como ir al salón por prestarle (y a veces para no prestarle porque se sentía mal de decirle que no podía prestarle y ella llegar con el planchado y las luces) y su cuata feeeeliz regresaba con el pelo alaciado y el manicure ¿no que mucha necesidad?
Para colmo la amiga gorrona de Mariana cuando Mariana decía que necesitaba dinero o que andaba corta o lo que sea se hacía que la virgen le hablaba. ¡Así qué padre!
La cosa siguió así hasta que otra amiga le dijo que ya no le prestara, que al fin doña encajes segurito se iba a encontrar otra ONG a la cual sangrar… y así fue, Mariana le dejó de prestar -y dejó de andar padeciendo ella para que la otra siguiera con su flujo de efectivo voyante- y la otra se agarró otra víctima.
Este post salió tanto por el comentario de Mariana como por una consulta que llegó al blog. El chavo al leer el «Pequeño Cerdo Capitalista» (el libro) se dió cuenta de que no lo hacía tan mal con sus finanzas pero su problema era 1. No saber decir que NO a los préstamos y 2. tener el dinero en el banco, en lugar de invertirlo (pero eso es materia de otro post).
En términos generales yo no soy muy fan de prestar dinero porque efectivamente entre cuates, familia etc nunca se regresan o muy pocas veces o después de una correteaaaada ¡que pa qué les cuento!
Por supuesto hay préstamos de apuro a personas que SABES que te reembolsarán y que te lo piden porque es una verdadera emergencia… pero el clásico conchudo que ya te agarró de cajero automático no está tan padre.
A otros que NO debes prestarles son a los que se la viven endeudándose y viviendo fuera de sus medios, porque aparte de que NO te van a pagar (o tendrás que montar casi un despacho de cobranza para que pase), les estás haciendo un daño al ayudarles a que se sigan metiendo en broncas. A este tipo de cuates es mejor darles la dirección de este su blog de confianza para que se ordenen en sus finanzas que estarles ayudando a que se sigan echando la soga al cuello y de paso nos lleven al baile.

Digo que no soy muy fan, pero no que nunca lo haya hecho. Probablemente salvo préstamos menores me hubiera quedado en el «No soy banco de nadie» si no hubiera sido por una excelente columna que leí de Adina Chelminsky en Dinero Inteligente donde da reglas para prestar a conocidos-parientes-amigos que sí funcionan.

Tanto en esa columna como en Cabrona y Millonaria (el libro anterior de Adina, ahora sacó Cabrona al borde de un ataque de nervios), ella comenta que en general no se debe prestar, pero si lo vas a hacer, que
lo pongas por escrito y con las condiciones de pago.
A veces se confunde el préstamo con «regalo», al hacer un «contrato» -que los machotes están en internet y con la firma de los dos basta, siempre que no pongan ustedes cláusulas manchadas e ilegales-  la persona se está comprometiendo y no queda tan al aire, las posibilidades de que no te paguen bajan. En casos extremos yo pediría hasta pagaré… aunque luego ejecutarlos sea un rollo.
Otra cosa que yo sí aconsejo es que COBRES por el préstamo, porque eso también tiene un efecto psicológico en la persona y no es como «al fin es mi cuate». En México el interés legal -el que las personas pueden cobrar pro sus préstamos- es de 9% anual de acuerdo con el artículo 2395 del código civil federal. La idea NO es que te vuelvas un agiotista nefasto, para nada, es más, si no quieres cobrar 9% cobra al menos la tasa que aparece en Banxico como inflación porque si no, al estar prestando sin cobrar nada TÚ estás perdiendo dinero: cada año los precios de las cosas suben, si tu prestas 1,000 pesos y antes con eso comprabas 10 cosas, si al año siguiente te regresan tis 1,000 pesos nada más  sólo podrás comprar 4 cosas y ¡por qué! osea aparte de hacer el favor vas a perder dinero ¡eso sí que no!
Como dato cultural, ahorita el INPC (el índice que se usa para medir la inflación) es de 3.55% anual, entonces debería ser mínimo super mínimo eso.
Obviamente cuenta mucho cómo lo digas, pero creo que si tu cuate/cuata tiene la intención de pagarte, si le explicas que es para tener todo claro y que no es onda de desconfianza sino que papelito habla y evita malos entendidos, seguro no se enojará. Y sí sí seguro irá a buscar otro tarugo que les preste.
Y otra cosa es decir no si de verdad no quieres y sabes que no te pagarán. Y sólo No. No le tienes que inventar una historia – si ni los bancos tienen obligación de pagarte – tú ¿por qué?

Obviamente la última opción es : ok no me va  a pagar, lo sé, no me pelearé, se lo regalo en lugar de prestárselo (la opción 2 de la pregunta). Te ahorras en visitas  al médico o Dalay y no pierdes tampoco la amistad (aunque sí el dinero).

Pero regresando a la opción de que sí te paguen, para que vean que no es pura teoría, en mayo mi amiga la viajera traía un desfase financiero: debía en sus tarjetas, pero no las podía pagar porque no le habían pagado unos recibos. Me pidió dinero, porque el banco le hubiera prestado super poco porque era contra los ingresos de los últimos tres meses, cuando venía llegando de la maestría y apenas empezaba a chambear freelance.
Quedamos en que yo le prestaba, pero que íbamos a poner por escrito eso, que me regresaría la lana en un año, pero poco a poco me empezaría a abonar después del tercer mes y que la tasa sería 9%, a ella le convenía, porque un préstamo personal en el banco -si es que se lo hubieran dado- hubiera tenido una atsa de 30%.
Ella de por sí es super confiable, pero creo que con eso hasta se sintió más tranquila porque sabía cuánto había que pagar y yo no la tengo que corretear. Ya me empezó a depositar sin que le dijera nada.
Yo realmente no ganaré mucho dinero con esa tasa, pero no perderé dos cosas: la lana que le presté y su amistad, que de tan valiosa para mi sería imposible poner en pesos y centavos.

Que tengan una excelente semana. Oink$$$!!!
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