Después de más de un año de reuniones entre los representantes de México, Estados Unidos y Canadá para renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el último día de septiembre se concluyeron las negociaciones y se dio a conocer el Acuerdo Estados Unidos – México – Canadá (USMCA por sus siglas en inglés), el nuevo tratado comercial entre los tres países.
Aunque el nombre cambió, el contenido del documento tiene la misma estructura de su antecesor. “No hay ninguna diferencia, es sólo un nombre. Tal vez es porque el Nafta tenía mala reputación en Estados Unidos pero es más un tema de branding que de contenido”, dice Manuel Molano, Director General Adjunto del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
Y aunque existen cosas que permanecieron intactas como el famoso Capítulo 19 que habla sobre la resolución de controversias por un jurado integrado por jueces de los tres países —y que, por cierto, era uno de los que Estados Unidos quería desaparecer—, hay nuevos elementos que emocionan al experto.
El capítulo anticorrupción es una de esas innovaciones y señala que los países tienen que establecer estructuras anticorrupción para empresas públicas y privadas para que los productos que éstas generan se puedan comercializar en la región.
“Es una parte útil para el mercado porque mejorará la integridad pública y privada. De esta forma, los países tienen que redoblar esfuerzos para que no existan la corrupción, generar estructuras y ponerse las pilas en hacer cumplir la ley al respecto, para evitar este tipo de conductas”, señala Molano, que ve ésta como una de las mejores modificaciones que tiene el Acuerdo.
Por otro lado, los acuerdos en cuanto a reglas de origen también parecen positivos para diferentes industrias, como la automotriz. En este capítulo se señala que los productos que se exportan dentro de la región deben de tener más componentes hechos dentro de los países de Norteamérica para poder hacer uso de los beneficios del Acuerdo.
Con las reglas de origen, las empresas automotrices, por ejemplo, tendrá que incrementar la inversión en la región en componentes como la electrónica. Allí hay retos porque las armadoras compraban en Asia y ahora tiene que hacerla en la región, es un reto y una llamada a la inversión en la región. “Creo que en general esto es positivo y nos puede llevar a un mayor contenido regional. Que no sólo sea una operación de ensamble sino que estas empresas de contenido tecnológico se establezcan en América”, dice Molano.
Otro de los temas importantes es el comercio electrónico, que no existía cuando se hizo la primera versión del TLCAN en los noventas. Para los consumidores que compramos cosas en internet los precios podrían bajar, siempre que lo que compramos provenga de Canadá, Estados Unidos o México.
En cuanto a las otras industrias, Molano sólo ve cambios en los sectores como la energía pues ahora se incorpora la nueva legislación mexicana del sector en donde se permite la inversión privada.
Lo que el experto resalta sobre el acuerdo que se firmará el 30 de noviembre por los líderes de los países, es que es importante que México le de seguimiento a la relación que tiene con estos países para no desgastarla durante los años por venir. De la misma forma, resalta que los tratados de comercio no son la única forma de comerciar con otros países y que México debe comenzar a abrir sus políticas para tener más aliados comerciales con otros países.
Aún están pendientes la ratificación y firma del USMCA por diferentes estructuras de gobierno de los tres países participantes, pero podríamos ver una firma definitiva antes de que termine el periodo presidencial de México.