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Lecciones financiera de mi papá

Los que hayan leído los primeros posts del blog, alguno del Bestiario o los tuits ocasionales sobre mi familia sabrán que a mi papá entre muchos apodos tiene el de «El Talibán», en parte es porque era rudísimo con mis novios cuando era adolescente y en parte es porque parece árabe. Eso denota también el grado de «confianzudismo» que hay en esta familia y que es un papá bastante aguantador. También le digo «Papo», como al de La vida es bella, porque así como es rudo, es un hombre que ha hecho todo lo que él ha creído mejor para que sus hijos vivan una vida feliz.

Aprovechando que se acerca el día del padre quiero contarles algunas cosas que aprendí de mi papá tanto financieramente como para la vida:

1. Nadie tiene límites. Cuando yo era un moconete de 6 o 7 años, el Montessori al que iba lanzó una convocatoria de obras de teatro. El premio para el ganador era una hora más de recreo y presentar la obra en uno de los espacios de la escuela.

Había que inscribir la obra con seudónimo y gané. Muchas felicitaciones y todo, pero cuando las maestras se dieron cuenta que iba no sé si en primero o segundo de primaria les pareció que no iba a poder con la logística y decidieron que sólo recibiría la hora del recreo.

Obviamente yo les fui a hacer un plantón afuera de la dirección e iba todos los días a preguntar cuándo me iban a dar fecha para mi obra. Como daba mucha lata llamaron a mi papá. A él le explicaron la situación y lo trataron de convencer de que me hiciera entrar en razón. Él simplemente les dijo: «la niña tiene razón. Si se lo prometieron, se lo cumplen».

Las maestras le decían que yo no iba a poder por la edad y él dijo que incluso si me salía pésimo había que ser congruentes y dejarme intentar.

Como no les quedó más remedio, me dejaron. No contaban con lo mandona que era: Nombré a mi papá «productor» (o sea que le tocaba comprar las cartulinas y papel de China para los disfraces y escenografía) y me traje al trote a mis amiguitos para ensayar. Tuvimos un gran estreno en la biblioteca de la escuela y varias funciones.

Según recuerdo la obra era algo fantasiosa y medio incoherente (sería teatro experimental?), no recuerdo si fuimos aclamados por la crítica escolar o nos aventaron tomatazos, pero a partir de ahí  nunca se me ha ocurrido que algo que quiera hacer sea imposible.

Mi papá también apoyó mis ventas de galleta de avena chiclosa, tuvo que ir a poner su cara cuando me prohibieron vender dulces, tazos y estampitas en la escuela y estaba fascinado con que a los 15 y 13 años mi hermano y yo tuviéramos nuestro propio curso de verano.

Cuando salí con que me iba de maestría a otro país se puso chipil, sobre todo antes de que me fuera, pero me ayudó lo más que pudo para lograrlo. Yo le invité el viaje a Turquía y a mi graduación cuando me tocó recoger mi diploma y dar el discurso de mi generación.

2. El dinero es libertad. Mis papás se divorciaron cuando yo tenía 9 años. Vivíamos en Torreón y nos regresamos al DF. Mi papá tenía bastantes ahorros y gracias a eso se pudo volver consultor mientras  mi hermano y yo estábamos en primaria y secundaria, para poder asistir a los eventos de la escuela. Quizás sin ese margen de maniobra tendría que haberse quedado en un trabajo fijo y se habría perdido muchas clases abiertas, debates, festivales y concursos… Y nosotros a nuestro papá.

3. Nunca es demasiado pronto para saber de dinero. Yo recuerdo que siempre tuvimos mesada (muy chiquita, pero mesada), que en los viajes nos daban presupuesto a mi hermano y a mí para juguetes (yo intentaba convencerlo de que la mansión de las barbies estaba bien padre para Las tortugas ninja para que le apoquinara pero era más listo que nada), que me hablaba de la Bolsa desde los 13 o 14 años, que siempre lo vi checando sus fechas de corte y de pago para ver con qué tarjeta le convenía pagar y que cuando empecé a ganar dinero me sugirió invertirlo en su fondo de inverisón de deuda que daban 8% anual en ese entonces.

Eso un poco corrió en su contra porque si no me quería dar permiso el «pues no te doy lana y no vas» ya no aplicaba, pero me dio otra lección: la primera independencia es la financiera. Si quieres tomar tus propias decisiones y hacer lo que quieras necesitas finanzas sanas. No se puede ser independiente y andarle pidiendo dinero (permiso) a tus padres, tu pareja, tus hijos, tu banco para todos.

En el futuro les contaré más cosas que he aprendido de El Talibán, mi papo, porque es un consultor buenísimo de empresas familiares, pero creo que estas tres han sido fundamentales en mi vida.

Ustedes qué han aprendido de sus papás para llegar a sus metas y tener finanzas sanas? (Se valen consejos y anti-consejos jajaja).

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