Fuera de un intenso sentimiento de pertenencia o querer con la susodicha en cuestión, NADA justifica la entrada de las tandas, a menos que te den el primer número y eso generalmente no pasa, porque el que la organiza necesita dinero rápido y se queda con él.
De inicio se necesita valor para confesar que uno entró a una tanda, pues no es lo más chic del mundo, pero hay un asunto financiero por el que hay que evitarlas a toda costa: si te tocan los número del final, además de que no ganas te da interés negativo. ¿y eso qué? dirán ustedes, pues eso MUCHO porque están dejando que el organizador de la tanda les quite 3.6% de su dinero.
Supongamos que la tanda dura un año, es «de a 100 pesitos quincenales», te dan 2,400 pesos cuando te toca y tú tienes el número 12. Pensemos que ese pseudoahorro lo pensabas usar para comprar un iPod.
Para cuando pasa el año a ti te dan tus «felices» 2,400 pesos, tu te apersonas en la tienda y ohhhh sorpresa: el iPod ahora cuesta 2,486.4o pesos!!! No es que Steve Jobs sea un rata (al menos no por esto), sino que la inflación hizo de las suyas.
Por eso si estuvieras ahorrando para ese mismo iPod por un año, más te valdría invertir en algo que te de al menos lo que haya sido la inflación, que en el ejemplo fue 3.6%, si no quieres pagar de más. Tandas, guardaditos y chafipagarés quedan OBVIAMENTE descartadísimos.
De alguna manera en la tanda tú eres como un banco… pero de beneficencia, y de pilón medio zonzo, porque le prestas dinero a una persona que al final te va a pagar entre 3 y 4% menos de lo que le prestaste en términos reales. Así que digas Uff que negocio, pues no.
Tú sabrás si la próxima vez que se te acerquen Lupita la de compras para ofrecerte la «super oportunidad» de participar en tanda, te escondes, finges un ataque epiléptico o dices que vas por algo a la tienda, pero HUYE!!!!
Háganse ricos en la semana!!! Oink$$$$$$!!!!!!