Hoy estaba leyendo el capítulo de un libro de finanzas personales que se llama «el poder de un sandwich y un café». Cuando leí el título casi me boto de la risa, pero este señor tiene la respuesta para los que juran y perjuran que no puede ahorrar: hay un montón de lana que se nos va en lo «superfluo» y que se puede ahorrar con un pequeño cambio de hábitos.
Cuenta el caso de un oficinista que todos los días se gastaba 8 dólares en un sandwich y un café. El tipin decidió llevarse un sandwich y un termo de café de su casa y ahorrarse esa lana, que en una semana eran 40 dólares, en un mes 200 dólares y al año 2,400 dólares (como 25,000 pesos que pueden ser el enganche de un coche).
Otro buen ejemplo es Ramit Sethi (el gringo que te enseña a ser rico). Tiene un post muy chistoso que se llama «get up and cook, you lazy bastard», y dice que él siempre que tiene prácticas en algún otro lugar en el verano empieza a comer fuera diario y cuando va a acabarse el mes ya anda super roto (sí, él que es un gurú de finanzas personales). Entonces recapacita y empieza a levantarse un poco más temprano y se cocina. Su gran hallazgo es que cuando él prepara su comida se gasta 10% de lo que se echa en comer fuera.
Todos tenemos millones de gastos y siempre pensamos en cortar los más grandes, pero a veces cambiar el tamaño del café o incluso la cafetería donde lo compran, bajarle a los cigarros o dejar de comer tutsis en la tarde ya sumados puede ser una cantidad interesante que mejor usas en algo más grande como boletos en primera fila para un concierto, ahorro para la maestría o para un boleto de avión en tus próximas vacaciones.
Yo siempre compraba una botella de agua en el Oxxo que me costaba 10 pesos, primero descubrí que en otra tienda de al lado costaba 5 pesos y me pareció un buen ahorro, pero ahora mejor me la llevo del garrafón de mi casita y al mes gasto 250 pesos menos, que en un año serán 3000, alcanzan y hasta sobran para ir con David al concierto de Madonna.
Obviamente parte del truco es que esa cantidad que se ahorran la pongan en alguna cuenta o inversión, para que no se les fugue después en otro gasto superfluo.
Hagan el cálculo de un sólo cambio de hábito y verán que tiene más dinero para ahorrar del que creerían y lo mejor sin tener que hacer sacrificios dignos de los monjes tibetanos o pasar a la absoluta austeridad republicana.
Quedan cordialmente invitados a contar qué se les ocurre que pueden cambiar en su vida diaria para bajarle a los gastos. Dénles ideas a otros. Oink$$$$$$!!!!!!!!!!