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El que parte y comparte, se ahorra la peor parte

Aunque somos muuuuy fans del «mío, mío», no sé si por las redes sociales, porque nos estamos civilizando o qué, pero muchos modelos de negocios están tendiendo a hacerle caso a lo que nuestras mamás nos decían desde el kínder: «¡comparte!»… y no porque seamos unas hermanitas de la caridad o tipazos, simplemente porque hay muchas cosas que pueden tener usos más eficientes -ya salió el peine capitalista- y generar ahorros, que si las queremos solo para nosotros.Esta corriente se llama justamente «consumo colaborativo».


Seguro para los defeños es casi imposible de pensar, pero imagínense que en lugar de tener un coche ocupando lugar en el cajón de estacionamiento que te peleas en tu oficina o casa y las banquetas atascadas de autos casi todo el día, pudieras rentar un vehículo «on demand» por las horas que quisieras. Eso ya existe en otros países, en Estados Unidos está City Car Share o Zipcar, que también tiene operaciones en Canadá e Inglaterra.

«¿Tienes coche?», «Sí, 50% de uno» (Fuente de la imagen: Fiebrebetica.com)
De Random



O ¿qué tal si te vas a ir de fin de semana a Tepoztlán -disculpen tanto ejemplo chilango, son los que tengo a la mano, pero se vale sugerir de otros estados- y en lugar de pasar el viernes dos horas para salir de la ciudad tardaras sólo 35 minutos, porque la mitad de los van para allá «rentaron» un asiento en el coche de alguien más, que les salió más barato que el camión, que libera la calle de coches y encima chance hasta conocen a gente agradable? Eso en Francia se llama covoiturage y existe en muchos otros países europeos.
En México lo que ya empieza son negocios de «aventones», que organizan el carpool de empresas, te suscribes y ellos ven qué personas pueden llevarse entre sí mismas de la manera más eficiente.


Pero ya basta de coches! el consumo colaborativo también existe en otras variantes: Esta Task Rabitt, que es un servicio que literal concentra «horas de trabajo» de gente que o no tiene una chamba fija o quiere agregar algo de lana, emoción y freelanceo a su vida y se inscribe en los horarios que puede para ayudar con chambas como ayudarte a empacar tus cosas con la mudanza, mensajería, cuidar niños, rotular las invitaciones de tu boda, recoger la tinto, jardinería, etcétera… la capacidad en reposo se usa «on demand» porque no son empelados de planta. Está padre porque tiene un apartado para referencias y hay comparativos de precios por tipo de tarea.


Hace unos años vi un ejemplo que se puede clasificar como parte de esta corriente con bolsas: unas chavas abrieron un servicio de renta de bolsas de diseñador y ¡claro! en lugar de pagar miles por esa bolsa para ese evento, si el rollo de la imagen te importa mucho, la pides sólo cuando la necesitas y ya. En México se llamaba Bagaholics (ya no encontré su página pero Expansión tiene una notita) y en España http://www.look-and-stop.com/somos.htm.. @guapologa dice que en España aparte de ondas de renta de bolsas es muy común la de vestidos de diseñador.


Las oficinas virtuales también funcionan así: si no requieres una todo el tiempo, puedes rentar una sala de juntas o espacios por ciertos días y ya decides si le incluyes servicios de recepcionista o mensajero o no.
Igualito con las casas de fin de semana que  para los propietarios ya no tienen chiste después del segundo año y no las quiere rentar todo el tiempo, pero sí mientras no las usa (un ejemplo es http://es.airbnb.com/)  o incluso más extremo: los que intercambian su casa en las vacaciones con otras personas.


El consumo colaborativo responde tanto a un rollo de cuál es el uso más eficiente de las cosas, de ahorros pero también hasta de sustentabilidad ¿para qué tantas chivas si dos o tres personas pueden usar la misma? Creo que si nos ponemos a pensar hay muchas cosas en nuestra vida diaria que están sub-utilizadas y podrían compartirse para ahorrar o incluso hacer negocios.


Evidentemente el consumo colaborativo implica un cambio de mentalidad y hasta mayor conciencia del otro -lo de los coches no puede funcionar si siempre hay un gandalla que llega tarde , por mucho que la multa le llegue directito a su tarjeta de crédito-, pero creo que si con algunos aspectos van funcionando, claramente es factible y una tendencia de negocios que veremos cada vez más y en cosas que ni creíamos que se pueden compartir.


Juan, corresponsal del Wall Street Journal en México, dice que lo primero que su sobrinita aprendió a decir fue » to’ mío». Para él eso es una prueba de nuestra naturaleza capitalista… Con suerte en unos años la primera palabra de los niños será «nuestro» y aunque eso no necesariamente implicará que son menos capitalistas (porque seguirá habiendo propiedad pero fragmentada), en algo habremos avanzado.

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